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“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” Salmo 46:10

Todo ser humano tiene dos cosas en común. Todos respiramos el mismo aire y todos y cada uno de nosotros encontraremos la muerte. La muerte es a menudo una realidad difícil de afrontar. Pensar en la muerte parece morboso y duro. Es incómodo y puede resultar estresante o aterrador. Naturalmente, queremos creer que la vida debería estar marcada por la vejez y que la muerte sólo debería llegar después de que una persona haya vivido una vida plena y prolongada. Pero la realidad es que no sabemos cuál será nuestro último día aquí en esta tierra.

La muerte puede ser un concepto difícil de comprender para todos nosotros, especialmente para los niños. Cuando muere un ser querido o un amigo, nos quedamos con una avalancha de emociones y preguntas. Como padres y principales formadores de fe, ayudar a nuestros hijos a procesar la muerte y la pérdida puede ser un desafío que es muy importante enfrentar. Lamentarse y hablar con nuestros hijos sobre la muerte les brinda la oportunidad de cuidar sus corazones mientras procesan y sanan. Estas conversaciones son esenciales para guiar a nuestros hijos hacia una comprensión saludable de la muerte.

Si no te sientes preparado para conversar sobre la muerte, aquí hay 8 consejos que debes tener en cuenta al hablar con tus hijos sobre la muerte. También encontrarás recursos adicionales para guiar tus conversaciones al final de este artículo.

1.  Utiliza un lenguaje directo que sea apropiado para su edad. 

Como padres, a veces no sabemos exactamente qué decir o tenemos miedo de introducir dolor y tristeza en la vida de nuestros hijos. Nuestros miedos pueden hacer que seamos vagos, que le demos vueltas al tema o que evitemos por completo la comunicación sobre la muerte. Decimos cosas como “perdimos a la abuela” o “la abuela ya no está con nosotros”. Este tipo de comunicación vaga les da a los niños la impresión de que pueden encontrar a su abuela nuevamente y puede resultar confuso.

El uso de un lenguaje directo ayuda a tus hijos a comprender lo que realmente está sucediendo, incluso si al principio les resulta doloroso o aterrador. Escuchar noticias tristes de mamá o papá abre las líneas de comunicación y brinda la oportunidad de hacer preguntas o aclarar cosas. Algunos niños no están preparados para todos los detalles, así que limítate a lo básico. Los niños mayores pueden hacer más preguntas y buscar más detalles. Tú conoces el intelecto y las capacidades de tu hijo, se sensible a eso, pero se directo con tu lenguaje acerca de lo que sucedió.

A continuación se muestran algunas frases que pueden resultar útiles:

  • “Tengo una noticia triste sobre la abuela, murió ayer”.
  • “Tengo algo triste que compartir contigo. El abuelo murió anoche”.

Si los niños preguntan sobre detalles que quizás no estás dispuesto a compartir, simplemente di:

  • “No estamos listos para compartir esos detalles con ustedes en este momento, pero algún día lo haremos”.
  • “Hay muchos detalles sobre la muerte de _______ que no entendemos en este momento. Cuando sepamos más, los compartiremos con ustedes”.

Se lo más directo posible para asegurarte de que tus hijos comprendan plenamente que la muerte es definitiva, por muy dolorosa que sea.

2.  Permite que los niños reaccionen a su manera. 

Todos somos creados únicamente por Dios, lo que significa que todos experimentamos la vida a nuestra manera. El duelo es diferente para cada persona. Después de la muerte de un ser querido, es posible que observes cambios de comportamiento inesperados en tus hijos. Nunca te enfades si no responden como crees que deberían hacerlo. Ten paciencia con ellos, especialmente si es la primera vez que experimentan la muerte de un ser querido. Si necesitan espacio, dales espacio. Si quieren hablar, que hablen.

Puede haber un período de tiempo en el que permitas que tus hijos digan y hagan cosas que en circunstancias normales no podrían hacer en su hogar. Encuentra un equilibrio entre ofrecerles gracia y guiarlos de manera gentil, sabiendo que tus hijos están tratando de procesar lo mejor que pueden. Hazles saber que está bien sentirse triste, enojado, confundido o herido. Si tu hijo tiene problemas para decir cómo se siente, anímalo a hacer dibujos o escribir recuerdos sobre un ser querido. Imprime fotografías de ese ser querido y coloca copias en la habitación de tu hijo o en una parte de la casa donde pueda verlo con regularidad.

Para obtener más información sobre las etapas naturales del duelo que todos experimentamos, descarga las 5 etapas del duelo (modelo Kubler-Ross) a continuación. Dado que todos respondemos y reaccionamos de manera única, es útil comprender las etapas naturales que todos experimentamos.

3.  Mantente preparado para que surjan otras luchas.

En situaciones altamente emocionales, es normal que los niños y jóvenes se abran sobre todo lo que sucede en su vida. Es posible que compartan cosas que están sucediendo en la escuela o con sus amigos o experiencias pasadas que fueron dolorosas.  Esto puede ser abrumador, pero también puede ser poderosamente terapéutico para que ellos puedan procesar, incluso cosas aparentemente pequeñas. Haz todo lo posible por no exagerar tus reacciones sobre cosas pequeñas, si tu hijo está dispuesto a abrirse, mantén la calma y quédate presente. Escucha e intenta comprender antes de reaccionar o responder. (Principio de 10 segundos)  Es posible que tu hijo simplemente necesite poner en orden sus pensamientos y sentimientos.

4.  Los padres también muestran emociones.

Hay momentos como padres en los que necesitamos ser fuertes para nuestros hijos, pero ser vulnerables sobre la manera en la que procesamos los eventos también puede ser muy poderoso. El año pasado fue el funeral para mi abuelo y durante el servicio lloré en muchas partes. Después mi hijo me dijo que era la primera vez que me veía llorar. Le aseguré que llorar y expresar sentimientos de tristeza está más que bien en nuestra familia. Me di cuenta de que al no mostrar mis emociones le había estado diciendo que los hombres no lloran en nuestra familia. Una de las mejores maneras de mostrarles a tus hijos un dolor auténtico es sentarse y llorar con ellos cuando están sufriendo. Qué reflejo de Jesús para ellos y qué ejemplo de cómo nosotros como padres, compartimos su dolor y demostramos que los amamos. Incluso Jesús lloró por la pérdida de Lázaro, su querido amigo. Se honesto acerca de tus propios sentimientos y luchas.

5.  Hablar del Evangelio y del Cielo.

Como cristianos, sabemos que la muerte ha sido vencida. Jesús venció la tumba. Por eso, los que creemos en Jesús recibiremos vida eterna con Él en el Cielo. Cuando hablamos con nuestros hijos sobre la muerte, debemos recordar hablar de la esperanza del cielo. La esperanza del evangelio es que Jesús murió para que podamos tener vida aquí en la tierra y cuando muramos, podamos pasar la eternidad en el cielo. El cielo es un lugar donde ya no hay tristeza, ni enfermedad, ni dolor.

“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” Apocalipsis 21:4

Dirige a tus hijos al cielo, déjaos hacer preguntas sobre el cielo y si no tienes una respuesta, no les mientas, diles que no lo sabes. Mis hijos han estado preguntando qué tipo de dulces hay en el cielo y no estoy seguro de que haya dulces en el cielo, pero es algo de lo que hemos estado hablando y mis hijos lo están procesando.

El cielo es nuestra esperanza. No pierdas la oportunidad de discipular en medio de una pérdida.

6.  Sigue apuntando hacia lo que es verdad.

Podemos encontrar consuelo en muchas cosas durante la muerte de un ser querido, pero debemos ser persistentes en mantener nuestro consuelo basado en la verdad. Dios es nuestro gran consolador (Juan 15:26). Él nos consuela en verdad porque Él es la verdad. A veces, nuestros hijos pueden elaborar diferentes hechos y escenarios  debido a todas las emociones que están experimentando. Haz tu mejor esfuerzo para no avergonzarlos, pero siempre apunta y vuelve a la verdad.  El enemigo puede usar las mentiras para tratar disminuir su fe gradualmente, es por eso que nosotros debemos seguir apuntando hacia lo que es verdad.

Unos meses después de que falleciera nuestra abuela, mi hija preguntó: “¿Realmente volveré a ver a la abuela algún día?” En su mente, le preocupaba que mamá y papá no estuvieran diciendo la verdad. Le aseguramos con la palabra de Dios y con nuestra confianza que estábamos diciendo la verdad. Como padres, debemos orar contra los ataques del enemigo a nuestra familia porque intentará aprovechar este momento sensible para causar daño, sigamos orando para que Dios se muestre a nosotros todos los días.

7.  Recuerda en quién confiamos.

Una frase que usamos en nuestra casa es: “¿En quién confiamos?” Si no entendemos todos los detalles o la razón por la que alguien murió… ¿En quién confiamos? El mismo Dios en el que confiamos en nuestro día a día es el mismo Dios en el que confiamos cuando experimentamos dolor, pérdida y muerte.

Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu. (Salmo 34:18)

Independientemente de las circunstancias que rodean una muerte, debemos recordarnos a nosotros y a nuestros hijos quién es digno de nuestra confianza: ¡Dios! Recordemos su fidelidad en nuestras vidas. Hablen sobre dónde vemos a Dios obrando, incluso en medio de circunstancias dolorosas.

En los días buenos y malos, confiamos en el Dios del universo que tiene el control.

8.  Continuar la conversación

Las conversaciones sobre la muerte y la pérdida no son una interacción única. Los niños son curiosos por naturaleza y, a medida que lo procesan, a menudo tendrán muchas preguntas. Su curiosidad podría durar días, semanas o meses. Invita a tus hijos a hacer tantas preguntas como necesiten. Anima a tus hijos a acudir a ti en cualquier momento si tienen preguntas. Es posible que no te sientas preparado para manejar algunas de las cosas que están experimentando; está bien pedir ayuda. Mantente abierto a permitir que otros te ayuden. Comunícate con el personal de tu iglesia, escuela o amigos para obtener recomendaciones cuando te sientas abrumado. No tengas miedo de buscar un consejero confiable para que te brinde asesoría profesional a ti o a tu hijo.

Encontrar formas de mantener la conversación dentro de tu familia no tiene por qué ser incómodo, puede ser muy natural. Más adelante, cuando experimentes cosas con sus hijos que les recuerden a su ser querido, procura hacer preguntas como: ¿Qué crees que diría _____ ? ¿Qué crees que está haciendo ____ en el cielo en este momento? No te alejes de ello, apóyate en ello. Desarrolla algunas tradiciones nuevas que honren a tu ser querido. Cada vez que juego golf, marco mi pelota de la misma manera que lo hacía mi papá como un recordatorio. En Navidad, nuestra familia ahora bebe cerveza de raíz con la cena porque al abuelo le encantaba la cerveza de raíz y ¡nos recuerda a él!

Consulta más recursos a continuación para ayudarte a iniciar y tener conversaciones sobre la muerte y el duelo.

 

Las Cinco Etapas del Duelo

Modelo Kubler-Ross

Dios nos creó con la capacidad de llorar. Las emociones del duelo no son malas ni deben temerse. Estas emociones indican cómo nuestros corazones viven y tienen pasión, pero también cómo duelen y experimentan dolor. La investigación de Kubler-Ross proporciona las etapas naturales del duelo por las que una persona  pasa cuando experimenta una pérdida. Utiliza estas etapas del duelo como guía para brindarte una mayor comprensión de lo que tus hijos pueden estar experimentando cuando lloran la pérdida de un amigo o ser querido.

Etapa 1: Negación y Aislamiento

La simple acción de tomarte el tiempo para nombrar tus emociones te ayudará a salir de la negación. Hablar con los demás o con Dios, trae conexión en las relaciones. Hacer buenas preguntas a tus hijos puede ayudarlos a identificar sus emociones. Sa paciente para ayudarlos a comprender sus emociones y házles saber que eres su compañero de equipo y su lucha no tiene por qué realizarla solo.

Etapa 2: Ira

Esto puede variar desde confusión y frustración hasta sentimientos de enojo y expresiones de ese enojo. Estas emociones no son incorrectas, pero deben identificarse como parte del proceso que su cuerpo está experimentando. Anima a tus hijos haciéndoles saber que estas emociones son una parte natural del duelo que están viviendo. Haz preguntas y bríndales una salida para expresar sus emociones. Ten paciencia con arrebatos o incluso comportamientos anormales.

Etapa 3: Depresión

Sentirse triste y abrumado puede provocar depresión si estos sentimientos no se controlan. Pasar tiempo con un amigo o simplemente establecer una rutina, como hacer ejercicio, puede ser muy beneficioso. Tener una rutina y un ambiente estructurado les dará a tus hijos algo que esperar y estabilidad en una época en la que la vida puede sentirse tan caótica o abrumadora. Consulta a tus hijos frecuentemente para saber cómo pueden estarse sintiendo.

Etapa 4: Negociación

El deseo de que las cosas sean diferentes y negociar con Dios sobre circunstancias como la muerte de un ser querido o la soledad pueden llevar a preguntas de “¿Qué pasaría si?”. “¿Y si Dios hubiera salvado a mi amigo?” Si tu o tus hijos se encuentran en la etapa en la que surgen preguntas como esta, pídanle a Dios que les dé sabiduría para cambiar el énfasis de la pregunta y  preguntarle a Dios: “¿Cómo vas a utilizar este evento en mi vida?”

Etapa 5: Aceptación

Nadie pasa secuencialmente por las etapas, lo más probable es que encontrarás a tus hijos entrando y saliendo de cada una de ellas en diferentes momentos. Lo importante es darse permiso a ti mismo y a tus seres queridos de sentir estos sentimientos porque esa es la manera en que Dios nos ha creado para experimentar la vida. Una vez que hayas identificado y nombrado una emoción o etapa de duelo, acude a tu Padre Celestial con un corazón honesto y pídele que Él te sane. cicatrización. Ora con tus hijos y para que tus hijos experimenten sanidad en sus corazones.

Conversaciones Sobre el Duelo

¿Cómo es el cielo?

  • Apoc 4:3, 6
  • Apoc 22:1-2
  • Apoc 21:15-16, 18-19, 21

¿Estarán mis mascotas en el cielo?

  • Mateo 7:9-11
  • Rom 8:18-21

¿Voy a morir?

  • Sal 73:26
  • Ecl 3:2

¿Por qué Dios no sanó a mi amigo?

  • Mat 18:14

Estoy enojado con Dios, ¿está bien?

  • Job 16:7, 30:19-20,
  • Sal 22:1-2
  • Ef 4:26, 31

¿Hasta cuándo estaré triste?

  • Juan 11:35
  • Lam 3:20-25
  • Sal 34:18
  • Mat 5:4

¿Hay dolor o cosas malas en el cielo?

  • Ap 21:4

¿Cómo se ve mi amigo en el cielo?

  • 1 Juan 3:2
  • Lucas 24:39
  • 2 Cor 5:1, 3